En cualquier región del país, el crecimiento
poblacional significa la
modificación del entorno para adaptarlo a las necesidades de los que integran
esa sociedad, la reducción de las áreas naturales y un desequilibrio ambiental.
En ese contexto, México ocupa el onceavo lugar a nivel mundial por ser uno de los países con mayor tasa poblacional, la cual continúa creciendo aceleradamente; y es que de 97.5 millones de personas en el año 2000 pasó a 119.5 millones de habitantes en 2015, lo que impacta directa e indirectamente al medio ambiente.
En ese contexto, México ocupa el onceavo lugar a nivel mundial por ser uno de los países con mayor tasa poblacional, la cual continúa creciendo aceleradamente; y es que de 97.5 millones de personas en el año 2000 pasó a 119.5 millones de habitantes en 2015, lo que impacta directa e indirectamente al medio ambiente.
Lo anterior se confirma en el documento Estrategia
Nacional para la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de
Bosques y Selvas (EnaREDD+) 2015,
elaborado por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), en el cual informa que los
bosques y selvas de México
presentan deforestación y degradación, debido a los siguientes factores:
Crecimiento de áreas urbanas y
turísticas, incendios, plagas y enfermedades, expansión ganadera, tala ilegal,
cambio de uso de suelo, avance de la frontera agrícola, actividades forestales
no sustentables y la falta de integración de políticas públicas.
Por ejemplo, entre los primeros años de la
década de los 90 y el año 2000, la pérdida de bosques y selvas en el
país rondaba las
348 mil y 776 mil hectáreas por año; es decir que en diez años se podrían haber perdido entre 3.5
y 5.5 millones de hectáreas de superficies arboladas.
Entre los años 1970 y 2000, los
estados de Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, fueron señalados como áreas con fuertes procesos de deforestación; y de 1993 al 2002 se reportó que Campeche y Yucatán tenían las mayores pérdidas de cobertura forestal, con 30 mil 968 y 23 mil 7 hectáreas por año respectivamente.
Curiosamente, después de que
investigadores realizaron un análisis de cambio de uso de suelo y cobertura
forestal en ejidos de cuatro municipios de
Quintana Roo y Campeche, se constató que la deforestación
es una
práctica que aún no se ha detenido.
De hecho, Chiapas es uno de los
cuatro estados más deforestados, al presentar una cobertura forestal degradada
de 76%, además, posee una de las topografías más accidentadas, lo que agudiza
el proceso de erosión de suelos en áreas deforestadas.
Por otra parte, el informe de Alianza México
REDD+ Evaluación y mapeo de los
determinantes de la deforestación en la Península Yucatán 2015, explica que
la deforestación representa una pérdida mayor a 80% de selvas húmedas y
bosques mesófilos,
y 50% de bosques templados;
mientras que en regiones tropicales, como la península de Yucatán, se
afectaron históricamente desde los años 70 "por
programas federales de desmontes, colonización y desarrollo agropecuario".
Sectores agrícola
y ganadero…
El especialista en producción animal,
Alejandro Zalapa Ríos, explicó en su artículo La ganadería y el desarrollo
sustentable 2012, que el sector agropecuario utiliza 135 millones de hectáreas (67%) del territorio nacional, de
los cuales, 23 millones (11%) corresponde a la agricultura, y 112 millones (56%) a la ganadería, y de este porcentaje el 55% de la superficie presenta diversos grados de erosión.
Considerando lo anterior, “los factores que han favorecido el proceso en
México son la deforestación, la degradación de la tierra por la erosión, el uso
de técnicas agrícolas rudimentarias y prácticas de cultivo poco apropiadas; la
mala gestión de los programas de irrigación que conducen a la salinización del
suelo, y la presión social que demanda cada vez más mayores tierras de
cultivo”, explicó Carlos Escalante Sandoval, director de Ingeniería de la UNAM.
Además, el geógrafo Martín Eduardo
Morales refiere en su tesis Construcción
histórica-espacial de la vulnerabilidad social, desastres y reubicaciones en
Motozintla, Chiapas, 2009 que las
políticas públicas y la falta de apoyo para el aprovechamiento forestal
comunitario sustentable, ha provocado que las comunidades chiapanecas, solo
puedan acceder a apoyos convirtiendo la selva y los bosques en tierras de cultivo o pastoreo.
En este contexto, mirando al pasado, se puede
observar que a partir de la Reforma Agraria de 1934 y la Reforma Constitucional
de 1947, la cubierta vegetal original comenzó a ser alterada, cuando las
tierras fueron reclamadas al Estado como privadas.
El Programa Estatal de Guerrero 2009-2030
detalla que, en aquellos años, las leyes reconocían como propietarios, a los
que poseían tierras agrícolas o ganaderas, lo que motivó a los pobladores a
transformar sus áreas forestales.
Aunado a ello, los subsidios directos e
indirectos para estimular la producción en los sectores agrícola y
ganadero, así como apoyos para la compra de fertilizantes, pesticidas, agua,
semillas, entre otros productos, hicieron que, entre 1972 y 1985, el número de
cabezas de ganado bovino creciera 15% y la producción de forraje se elevará al
100 por ciento.
Veracruz estuvo entre los estados
que más habían afectado sus bosques y selvas para 1981, debido a que 4 millones
458 mil 44 hectáreas (62%) de su cubierta vegetal ya había sido transformada:
49% correspondían a actividades agrícolas, 49% a ganadería y 2% a selvas
secundarias o tierras de barbecho.
En 1994, el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) promovió el cambio a usos de suelo más rentables, sin embargo, en Guerrero, “donde los registros de tenencia de la tierra son deficientes, los agricultores tenían incentivos para desmontar parcelas, algunas ubicadas en áreas forestales, con el objeto de convertirse en sujetos elegibles para los subsidios”, pero, a pesar de que actualmente ya no promueve la apertura de nuevas tierras, la inercia en el sector prevalece.
En 1994, el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo) promovió el cambio a usos de suelo más rentables, sin embargo, en Guerrero, “donde los registros de tenencia de la tierra son deficientes, los agricultores tenían incentivos para desmontar parcelas, algunas ubicadas en áreas forestales, con el objeto de convertirse en sujetos elegibles para los subsidios”, pero, a pesar de que actualmente ya no promueve la apertura de nuevas tierras, la inercia en el sector prevalece.
Por otra parte, el informe de Alianza México REDD+ explica que en
zonas aledañas a las ciudades de Cancún y Mérida, se encuentran poblaciones
marginadas que practican la agricultura, ocasionando incendios y deforestando
en gran medida; pero también hay regiones en donde siembran para autoconsumo y
“con una baja amenaza a la deforestación”.
Por ejemplo, en Quintana Roo, los productores
del municipio Felipe Carrillo rotan las milpas dentro de un área
agrícola designada, y permiten
la regeneración de selvas por un periodo de ocho a quince años para volver a sembrar,
con lo que evitan
la expansión de la deforestación en áreas de selva más conservada.
Estos dos casos prueban que la falta de
información o
asesoramiento técnico, así como la marginación e incluso, el desinterés, influyen en
que las actividades agrícolas y pecuarias representen o no, una amenaza para los bosques y
selvas.
Sin embargo, hay que resaltar que
estos dos sectores son de suma importancia para el ser humano, por el aporte de
proteínas y otros nutrientes esenciales que generan, mediante la producción de:
cereales, verduras, frutas, carnes, leche y huevo; e incluso son generadores de
actividades y beneficios secundarios, como la obtención de abono o la generación de empleos, por lo que es
necesario apoyarlos para que continúen pero bajo un panorama sustentable.
Tala legal y tala
ilegal
El especialista José Antonio Morán Villaseñor
refirió que la extracción comercial de maderas depende en gran medida de
las regulaciones locales y nacionales, de la vigilancia estatal y de los flujos
de capitales.
Sin embargo, reconoció que “la
explotación comercial puede ser una fuente directa de deforestación en algunos
contextos e indirecta en otros, como cuando se trazan caminos para llegar a las
zonas forestales y estos facilitan el acceso a campesinos y visitantes, o como
cuando los bosques son descremados por las actividades de explotación”.
Por otra parte,
la tala ilegal es una actividad que permanece en México por diversos factores
que desglosa el maestro Alejandro Angulo Carrera, especialista en el
Programa de Estudios Avanzados sobre Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable
del Programa LEAD Internacional de la Fundación Rockefeller:
La pobreza de los dueños, crecimiento de la población rural
en zonas forestales, limitada inversión pública en el sector, incremento en la
demanda que supera la oferta legal, concentración de la ganancia en la
industria del aserrío y maderero, costos elevados de la producción forestal cuando
es por vía legal, baja competitividad, debilitamiento de la gobernabilidad en
las poblaciones, entre otros aspectos.
Por ejemplo, el 3
de junio de este año, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente
(Profepa) aseguró 2 metros cúbicos de pino motoaserrada en
Querétaro; el 5 de junio clausuró de manera temporal un Centro de Almacenamiento de Productos Forestales en Morelos, y
decomisó 29.7 metros cúbicos de pino y 38.3 de madera de
oyamel; mientras que el 7 de junio decomisó 42 metros cúbicos de madera de especies de pino, oyamel
y cedro blanco, en el estado de Tlaxcala.
Todos ellos, debido a que las personas que a cargo no
presentaron algún documento que constatara su procedencia legal o permiso de la
Semarnat para su comercialización. Y así como estos casos, hay muchos a nivel
nacional.
Fragmentación
forestal
Los científicos del Centro de investigaciones
en Geografía Ambiental explicaron que "la deforestación también
puede provocar fragmentación forestal, es decir, la ruptura de una unidad bosque
en elementos más pequeños, lo que produce alteraciones ambientales en los
fragmentos resultantes".
Por su parte, el especialista José Antonio Morán Villaseñor, autor del informe “Causas económicas e incidencia comercial internacional en la deforestación en México”, dijo que al analizar a fondo el proceso de pérdida de bosques y selvas, en una región, es común encontrar que la zona ha sido degradada o fragmentada antes de ser deforestada, ya que las áreas que sufren fragmentación son más accesibles para campesinos, turistas y extractores ilegales.
Por su parte, el especialista José Antonio Morán Villaseñor, autor del informe “Causas económicas e incidencia comercial internacional en la deforestación en México”, dijo que al analizar a fondo el proceso de pérdida de bosques y selvas, en una región, es común encontrar que la zona ha sido degradada o fragmentada antes de ser deforestada, ya que las áreas que sufren fragmentación son más accesibles para campesinos, turistas y extractores ilegales.
No obstante, en casos extremos, estos
fragmentos pueden quedar en forma de islas dentro de zonas ya alteradas, lo que
afecta a las poblaciones de plantas y animales, debido a que las condiciones de
su hábitat cambian, como: luz, humedad, temperatura y nutrimentos, o bien, al
no adaptarse a vivir en superficies reducidas, mueren.
Sumado a lo anterior, también se eliminan los servicios ambientales, como la capacidad que tenían los árboles y la vegetación para atrapar el dióxido de carbono y mitigar la saturación de este gas de efecto invernadero; y el problema se incrementa, cuando en las ciudades también se reducen o desaparecen las áreas verdes…
Sumado a lo anterior, también se eliminan los servicios ambientales, como la capacidad que tenían los árboles y la vegetación para atrapar el dióxido de carbono y mitigar la saturación de este gas de efecto invernadero; y el problema se incrementa, cuando en las ciudades también se reducen o desaparecen las áreas verdes…
Fuente: Mira tu México
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