¿Qué hay detrás de un Centro Ecoturístico? ~ Mira tu México

lunes, 19 de agosto de 2019

¿Qué hay detrás de un Centro Ecoturístico?

ENTREVISTA. El especialista Luis Toriz Bonfiglio explicó que la consolidación de un negocio de este tipo requiere de tiempo, capacitación, paciencia y pasión por la actividad y el cuidado de los recursos naturales.

Hablar de centros ecoturísticos es pensar en una alternativa para vacacionar en cabañas, en medio de bosques o selvas, cerca de lagunas o cascadas, con animales y actividades al aire libre, pero, a pesar de que estos lugares contribuyen a la conservación de los recursos naturales y a la economía de la poblaciones locales, gestionar un negocio de esta índole implica enfrentarse a complejos procesos y etapas que comúnmente pasan desapercibidos por los visitantes.

De acuerdo con Luis Enrique Toriz Bonfiglio, maestro en Ciencias y especialista en Desarrollo Rural y Recursos Naturales de El Colegio de la Frontera Sur, Unidad Campeche, con base a tendencias y acuerdos internacionales, en México se establecieron políticas públicas para la creación de Áreas Naturales Protegidas con el objetivo de conservar zonas con gran biodiversidad.

“Pero en esas zonas naturales ya había poblaciones establecidas antes de los decretos. Zonas rurales con población indígena, cuyos medios de subsistencia por muchos años estuvieron basados en los recursos naturales de los territorios en los que habitan. Por ejemplo, la leña para cocinar sus alimentos, el agua de pozos y ríos para sus actividades cotidianas y, las plantas, frutas y animales de la zona para alimentarse.

“Entonces, cuando llegaron las políticas gubernamentales para el establecimiento de las Áreas Naturales Protegidas, estas actividades se restringieron. Ante esta situación se generó una nueva estrategia a nivel internacional que consistió en el impulso de proyectos turísticos en esas zonas para que la gente local tuviera una alternativa de trabajo y de ingreso, en sustitución de actividades extractivas y aprovechado las bellezas naturales de su entorno para atraer visitantes”.

El también licenciado en Mercadotecnia refirió, para Mira tu México, que es un reto para estas poblaciones emprender el ecoturismo, pues es una actividad ajena a sus modos de vida tradicionales. En muchos casos, porque las poblaciones remotas que reciben este tipo de proyectos nunca han tenido una experiencia turística o por condiciones económicas y culturales no han tenido oportunidad de salir de sus lugares de origen. 

“Por otro lado, condiciones como baja escolaridad y falta de conocimientos en cuestiones administrativas, manejo de tecnologías y en algunos casos hasta de idioma, pueden constituir serios obstáculos para desarrollar una actividad donde el día a día constituye el contacto diario con extraños que desean ser atendidos para descansar o divertirse”.

Sumado a ello, Toriz Bonfiglio mencionó que hay turistas poco conscientes que dificultan tanto la gestión como el objetivo de respeto y cuidado de los recursos naturales, situaciones con los que las comunidades tienen que aprender a lidiar. “En efecto el turismo puede ser un motor económico muy importante para estas comunidades y una alternativa para reducir la explotación de los recursos naturales, pero al mismo tiempo si no hay una conciencia clara producto de acciones de educación ambiental tanto para el local como para el visitante, el impacto puede ser contraproducente.

“A partir de las restricciones puede dejarse de talar árboles, no se cazan animales, no se permiten fogatas, pero con el turismo se puede impactar las zonas naturales con un incremento en los residuos, con la contaminación del agua por uso de repelentes o bronceadores, con la erosión del suelo o con el daño a la fauna del lugar al ser alimentados o extraídos”, refirió.

PACIENCIA, CAPACITACIÓN Y PASION: FACTORES CLAVE 

El especialista Luis Enrique Toriz consideró que en los proyectos ecoturísticos impulsados por políticas públicas en comunidades rurales, la capacitación y el acompañamiento hasta su consolidación son fundamentales, más allá del financiamiento para infraestructura y constitución inicial.

“Los grupos evidentemente no tienen experiencia; y normalmente un plan para el desarrollo de un proyecto productivo puede generar expectativas falsas, si se pone como referencia otro lugar donde están llegando muchos visitantes que están dejando dinero, lo que deja en la mente de la gente que sólo tienen que recibirlos, hospedarlos y darles de comer. 

“Pero una vez que inicia la operación se dan cuenta que no es tan fácil el asunto, que tienen que invertir tiempo y dinero y que los visitantes y las ganancias no llegan de la noche a la mañana, como en cualquier emprendimiento, lo que comienza a desesperarlos y a desanimarlos”.

Además, es importante destacar que estos proyectos rurales son proyectos pymes, aunque no se les denomine así, porque tienen una naturaleza empresarial. De tal manera que las personas indígenas que los emprenden no tienen la formación ni las habilidades para manejar la administración de una empresa de este tipo, lo que les implica un gran esfuerzo en capacitación y trabajo diario para desarrollarlas, subrayó Toriz Bonfiglio.

“Muchas veces la comunidad o el grupo social acepta emprender un proyecto ecoturístico, después llega el dinero, se les provee de infraestructura y resulta que cuando comienzan a recibir turistas se dan cuenta de que les da pena hablar con ellos. Se sienten incapaces de comunicarse. Más aún si se trata de crear una red de proveedores y servicios para fortalecer su organización, factores decisivos para la actividad turística y empresarial.

¿Qué hay detrás de un Centro Ecoturístico?“La parte económica es muy importante, nadie va a emprender un negocio para perder dinero o para perder tiempo, pero para poder hacer frente a todos los retos que implicará el emprendimiento tiene que haber interés genuino por parte de los involucrados, interés por atender, por capacitarse, por trabajar y por cuidar los recursos naturales”.

Por tal motivo, Luis Toriz destacó que como en cualquier actividad, tener pasión por lo que se hace es el estímulo más importante para vencer cualquier obstáculo. “Cuando esa pasión los lleva a descubrir la manera de atraer turistas y lograr transmitirles el entusiasmo por el patrimonio cultural y natural que se tiene, pueden atraer también apoyos económicos complementarios para crecer debido a que las instituciones dirigen más su atención en quien ya está logrando cosas por interés propio”.

Por lo anterior, consideró de suma importancia que los visitantes de centros ecoturísticos rurales conozcan el origen de estos proyectos y estén conscientes de las condiciones de las poblaciones rurales que hacen su mejor esfuerzo para ofrecer sus servicios.

“Tener presente también que es nuestra responsabilidad como turistas contribuir en el cuidado y respeto de los recursos naturales y la cultura del lugar que visitamos; y que con nuestra aportación económica estamos ayudando en la mejora de la economía local y el mantenimiento de los lugares, en beneficio de la comunidad y para disfrute de otros visitantes”, recalcó.

ISLA ARENA: UNA HISTORIA DE PACIENCIA Y ESFUERZO

Para tener un panorama más amplio del tema, el maestro en Ciencias, Luis Enrique Toriz, compartió como referencia la historia de un proyecto que puede considerarse un caso de éxito y un ejemplo de paciencia, constancia y esfuerzo en el emprendimiento del ecoturismo.

Se trata del Centro Ecoturístico Wotoch Aayin (La casa del cocodrilo, en lengua maya), ubicado en la comunidad de Isla Arena, al norte de Campeche, en los límites del estado en colindancia con Yucatán. Este centro fue creado por una familia local dedicada originalmente a la pesca, quienes iniciaron un plan para la conservación del cocodrilo Moreletti, especie de la zona que estuvo en peligro de extinción debido a la cacería furtiva. 

“Todo comenzó, según cuenta Doña Caridad, socia fundadora de la cooperativa familiar que gestiona este centro, durante un almuerzo a la orilla de la ria, área en la que acostumbraban reunirse en familia. De pronto comenzó a subir la marea y uno de los familiares, visitante esa tarde, biólogo de profesión, especializado en cocodrilos, comentó que las características del lugar se veían ideales para la crianza de dichos animales”.

A partir de esto, ellos empezaron a buscar la manera de poder establecer un criadero de cocodrilos con la visión de cuidar a la especie, lo que representó siete años de insistencia para obtener los permisos necesarios y los primeros apoyos económicos.

Poco a poco el criadero comenzó a crecer y se dieron cuenta que la gente se acercaba por curiosidad. Entonces, empezaron a cobrar una entrada, luego la gente comenzó a pedir algo de beber y posteriormente, comida, lo que dio origen al establecimiento de un pequeño restaurante. Esta experiencia les permitió identificar posibilidades de obtener dinero para el mantenimiento de la granja, en la que se había comenzado a reproducir rápidamente el cocodrilo, superando las expectativas iniciales. 

“Actualmente el restaurante es reconocido en la zona, principalmente, porque se especializa en platillos hechos con carne de cocodrilo. Visitantes nacionales y extranjeros llegan a Isla Arena para conocer la granja de cocodrilos. Sin embargo, llegar a ese punto en el que tienen la posibilidad de tener un aprovechamiento sustentable de la especia que crían, lograr la obtención de permisos y diversificar su oferta de productos y servicios, no fue una tarea fácil. 

“Más de 10 años de trabajo duro fueron necesarios para lograr la consolidación del proyecto que en la actualidad les ha permitido no sólo generar recursos para el sostenimiento de la granja de cocodrilos, sino convertirse en su actividad principal, además de brindar trabajo a jóvenes de la comunidad y contribuir indirectamente en la actividad económica de la zona”, destacó el especialista Luis Toriz.

Además, en el criadero ofrecen un recorrido guiado para visitantes, donde se destaca la importancia de la especie para el funcionamiento del ecosistema y se logra que el visitante cambie su percepción sobre la especie y conozca su importancia ecológica.

Incluso, cuentan con una zona de manglar que ayudaron a recuperar en el área; con un mirador de madera en el que ellos mismos participaron para su construcción; y han diversificado su oferta de productos elaborando artesanías con la piel de los cocodrilos y productos naturistas a partir de la grasa del reptil. 

“Éste es un ejemplo de éxito de ecoturismo en donde la constancia y pasión incansable de sus fundadores, así como el interés y amor en la naturaleza, rindieron frutos. Les permitió desarrollar habilidades y contribuir con su trabajo diario en la educación ambiental, el cuidado de los recursos naturales y la mejora de la economía de las familias involucradas y la comunidad, a la vez que constituyen un lugar de esparcimiento para visitantes”, concluyó Luis Toriz Bonfiglio.

Fuente: Mira tu México