La especialista Pilar Ortega dijo que modificar su uso sin conocer su potencial los vuelve frágiles y se degradan.
En este sentido, destacó que en México los suelos están localizados, referenciados, mapeados, ubicados y taxonómicamente descritos, pero eso no implica que se hayan generado mapas de aptitud y de manejo. Por tal motivo, dijo que se carece de una estrategia nacional para su conservación y su uso no está basado en su aptitud.
Ello considerando que, desde el punto de vista antropogénico, algunos son aptos para la agricultura y otros para conservar los bosques. Por ejemplo, hay suelos considerados muy maduros, porque ya han pasado por un proceso de evolución a lo largo del tiempo y por tanto, contienen carbono y nutrimentos; mientras que otros son muy jóvenes y vulnerables al manejo y cuando se modifica su uso, se vuelven frágiles y se degradan.
Por otra parte, manifestó que aún es desconocido el porcentaje de suelos mexicanos impactados por actividad antropogénica , porque, a pesar de que los sistemas de información geográfica y las herramientas de tipo satelital representan un gran avance para reconocer e identificar zonas de conservación prioritarias, no es suficiente para hacer frente a la velocidad de la degradación. Y es que "el fenómeno avanza tan rápido y en tantos lugares, que se tendría que mapear constantemente".
Por lo anterior, destacó la importancia de valorar este recurso e identificar los usos potenciales para un manejo adecuado; mientras que para los suelos dañados se debe conocer cuál fue el proceso de degradación, así como su grado de impacto y extensión, para establecer acciones de restauración ecológica y edafológica.
Fuente: Instituto de Geología de la UNAM
Fuente: Instituto de Geología de la UNAM
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