La doctora Magda Carvajal Moreno explicó que se debe consumir alimentos probióticos, moras, pimiento verde y rojo, espinacas, brócoli, betabel, cereza, ejotes, jitomate y zanahoria.
La doctora Magda Carvajal Moreno, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, explicó que en los alimentos que consumimos a diario como maíz, arroz, cacahuates, nueces, pistaches, chile, pollo, huevo, leche, embutidos, cerveza, tortillas y sus derivados (totopos, sopes, tamales), se encuentran sustancias cancerígenas conocidas como aflotoxinas, siendo la princi
pal causa de riesgo de cáncer lo que consumimos (36%), seguido del consumo de tabaco (31%).
pal causa de riesgo de cáncer lo que consumimos (36%), seguido del consumo de tabaco (31%).
Durante el Seminario Permanente sobre Agricultura, Alimentación y Nutrición del Programa Universitario de Alimentos (PUAL), la investigadora recomendó que para contrarrestar estos daños debemos comer alimentos probióticos, moras, pimiento verde y rojo, espinacas, brócoli, betabel, cereza, ejotes, jitomate y zanahoria.
Por otra parte, detalló que las aflotoxinas son metabolitos secundarios producidas por el hongo Aspergillus flavus. “No se ven, no tienen sabor ni olor, son resistentes al calor (soportan entre 260 y 320 grados Celsius sin descomponerse) y a procesos como cocción, ultrapasteurización, nixtamalización y fermentación”.
Además, a pesar de que las aflotoxinas actúan en millonésimas de miligramo, son los cancerígenos biológicos más potentes que se conocen, y se asocian con cánceres de hígado, pulmón, colorrectal y cervicouterino.
“Todos nacemos con protooncogenes que están latentes, y las aflatoxinas, mediante un mecanismo químico de oxidación, los convierten en oncogenes (cancerígenos), que por años se acumulan en el ADN (aductos) y mutan, principalmente en aquellos individuos con predisposición genética”.
Cabe destacar que de acuerdo con un estudio realizado por la investigadora en la capital del país, 95% del maíz blanco y el 60% del amarillo están contaminados con aflatoxinas.
Fuente: Boletín UNAM
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